Duele por la forma, pero Argentina no tiene nada que reprocharse en esta AmeriCup. Con el promedio de edad más bajo del torneo (24.6) y sin el capitán Luis Scola (lesionado), la renovada Selección hizo un enorme torneo, llegó a la final con autoridad y hasta supo dominar a Estados Unidos. Sin embargo, el crecimiento del rival en el segundo tiempo fue suficiente para dar vuelta la historia y quedarse con la victoria (81-76) y el título en Córdoba.
El primer cuarto del conjunto de Hernández fue excelente. Salió con un nivel de intensidad y concentración superlativo, impuso su defensa, cuidó el rebote y lastimó con sus corridas para tomar diferencias, sobre todo a partir de las manos de Brussino, quien sumó 12 puntos y 3 asistencias, con triples, volcadas y buenas descargas. Deck estuvo muy activo (6), y Campazzo (dos tapas) y Garino fueron pilares atrás para el 22-15 (la diferencia tocó los nueve).
Lejos estuvo Argentina se aflojar el rendimiento, sino todo lo contrario. El trabajo defensivo fue fantástico y fue consumiendo a un rival sin respuestas. Y adelante se fueron sumando varios. Saiz, con otra entrada genial de producción instantánea (7 tantos); Laprovittola, sólido en la conducción y con goleo (5 y 3 asistencias); y hasta Redivo mandó a cobrar el primer bombazo que tomó. Campazzo, con un triple sobre la hora, le dio la máxima para llegar al descanso largo: 42-27.
Con apariciones de Deck, la Selección llegó a sacar una ventaja de 20 (50-30), pero Estados Unidos reaccionó. Endureció su juego, se puso más físico, Argentina comenzó a trabarse y en el cierre del tercer cuarto apareció un triple de Hearn para reducir el margen a seis (56-50).
La dinámica no se modificó y la visita tomó el control. Por su juego físico y porque el seleccionado perdió el eje. Con triples de Hearn y varias penetraciones, los norteamericanos tomaron la delantera (65-61) a 5m27, que creció a siete (70-63). Argentina empujó, buscó la heroica desde las manos de Brussino y Campazzo, pero chocó contra sus propias fallas. Y el milagro, pese a tener una chance de empate en la última, no llegó. De todas maneras, no hay nada para reprocharse. El camino hacia el futuro es el correcto.
Fuente: CABB.com.ar
Foto: Prensa FIBA
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