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06 febrero 2013

Un argentino lucha al sur de Rusia para ser el mejor

El luchador correntino Yuri Maier llevó su sueño a Vladikavkaz, en la República de Osetia del Norte, donde dedica la mayor parte del día a perfeccionarse con el podio en Río 2016 como meta. Una historia de vida con kilómetros de sacrificios.

De la humilde Laguna Seca, barrio periférico de la capital correntina, a Vladikavkaz, capital de la República de Osetia del Norte -inhóspito suelo al sur de Rusia-, y con un sinfín de paradas en ese trayecto. Así es el viaje de Yuri Maier, integrante de la Selección argentina de lucha, quien desde sus precarios orígenes encaró el camino a mucha velocidad con un objetivo claro que lo hizo escalar por Estados Unidos, Cuba y Alemania, hasta llegar el año pasado al frio paraje ruso donde se entrena la mayor parte del día con miras a Río 2016 y a su meta de una medalla olímpica.

“Estadísticamente es la cuna de los campeones olímpicos y mundiales. Sólo en Londres, cinco o seis medallas fueron ganadas por luchadores que se entrenan acá, incluso representando a otros países. Mi objetivo a futuro es ser campeón olímpico, por eso tomé esta decisión aprovechando mi juventud”, cuenta Yuri, quien está becado por la Secretaría de Deporte del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y por el ENARD (ente conformado por esta Secretaría y el Comité Olímpico Argentino).

El joven deportista -medallista de bronce en grecorromana en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011- explica a esta web que su llegada a Osetia del Norte comenzó a plasmarse en 2010 a través de un contacto con la Federación Rusa de Lucha desde la época en que él competía para clubes locales de Alemania, allá por 2007, luego de que el entrenador del club Luckenwalder observara sus condiciones durante un torneo internacional de cadetes. Hoy compite cada fin de semana para esa institución en la Ringen Bundesliga (Liga Nacional Alemana) luego de haberlo hecho para el RSV Frankfurt/Oder.

Pero lo importante es su llegada a Alania (llamada así por sus habitantes) y Yuri la justifica: “La idea surgió en 2010 en mi primer año en la categoría mayor. Me fue bastante mal y me planteé qué cosas estaba haciendo mal. Pensé que afuera podía tener un mejor entrenamiento, incluso con sparrings, y ya que tenía decidido irme al exterior lo hice al lugar más óptimo. Yo quería vivir para la lucha y no hay mejor lugar que éste, porque básicamente no se puede hacer otra cosa que entrenar y prepararme de la mejor manera. No tengo distracciones posibles”.

Maier no exagera. “Cada mañana me planteo volver a la Argentina, siempre lo pienso, el esfuerzo, el sacrificio es mucho y a veces agota. Lo mas complicado es que no hay mucho que los jóvenes puedan hacer, no hay bares ni boliches y los habitantes son bastante cerrados, son rusos ortodoxos de tradiciones caucásicas”, aclara. Un día de entrenamiento en la vida de Yuri consiste en trabajo aeróbico por las mañanas, un turno de lucha matutino, otro vespertino y la preparación física.

Prestigio de luchador

En Osetia del Norte, Yuri es la única persona de habla hispana según pudo corroborar desde el momento en que pisó este suelo. “Nadie habla español, sólo hay dos brasileños que juegan en el equipo de fútbol. Por suerte con el idioma no tengo inconvenientes ya que sé inglés, alemán, ruso y estoy estudiando osetino”, advierte. La temperatura en Osetia puede llegar a los 15 grados bajo cero.

Sin embargo, su condición de deportista inclina o al menos empareja la balanza. “El luchador es muy bien visto en esta sociedad. Ser luchador te da prestigio acá, somos bien vistos a la hora de contraer matrimonio y de hacer negocios, e incluso muchos candidatos políticos son ex luchadores”, cuenta Maier, ganador de la medalla de plata en lucha libre en el Panamericano de 2012.

Yuri también fue testigo de situaciones risueñas en el exótico destino, como el día en que conoció a su actual entrenador, Akhrol Ruziev, una eminencia en su deporte, que fue entrenador de la Unión Soviética y cuyos actuales pupilos consiguieron una decena de medallas olímpicas. “Cuando me vio por primera vez me preguntó de dónde era. De Argentina, le contesté. `Canguros` me dijo él, y me reí. No tenía ni idea de nuestro país”, cuenta Maier, quien se recibió como piloto de aviones pequeños, acaso para agregarle otro aspecto curioso a su vida.

En cuanto a lo deportivo, este correntino ya siente el cambio en su manera de luchar: “En el tiempo que llevo me di cuenta que pude corregir varios aspectos técnicos producto del contacto diario con grandes luchadores, el roce con el más alto nivel. Además, después de 2010 cambié de categoría, pase de 84 kg a 96 kg porque estaba arriba de los 100 kg y era demasiado esfuerzo bajar tanto el peso y eso repercutía en mi rendimiento”.

Y se define: “Son un luchador que se caracteriza por la agilidad y la velocidad de movimientos y me considero complicado, o molesto. Soy de exprimir al máximo el reglamento, siempre dentro de lo permitido”. Su primera aparición en eventos internacionales y representando a su país fue en 2001 en Chile, donde consiguió la medalla de oro en el Torneo Internacional Barros Arana.

Origen humilde

Yuri se siente orgulloso de sus orígenes, y en especial de la educación y los valores que su familia le inculcó en Laguna Seca, un humilde barrio de Corrientes ubicado frente a una villa de emergencia. “Mis viejos son luchadores pero no en el aspecto deportivo, la pelearon desde abajo siempre avocados a darnos las mejores posibilidades a mí y a mis hermanos. Ellos siempre nos decían `hagan lo que ustedes quieran, pero háganlo bien`”, cuenta. Su hermano mayor es tenor y el otro es ingeniero electrónico.

Cuando su padre -vendedor de máquinas para hacer cerveza- se incorporó a trabajar para la marca más importante del país, la familia Maier se mudo a Buenos Aires y se instaló en el barrio porteño de Once. A los 9 años, Yuri comenzó a frecuentar el club GEBA donde practicaba desde natación hasta gimnasia artística, hasta que en cierta ocasión vio a dos hombres practicando lucha y advirtió en este particular deporte un futuro de anillos olímpicos que lleva tatuados en su nuca. 

Fuente: Prensa Secretaría de Deporte de la Nación

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